Jornada frenética donde las haya la del día de hoy.
La mañana ha empezado con un despertador que, en vez de sonar a las 06.55 ha sonado a las 07.55.... ¡y yo que tenía que entrar a clase a las ocho! En cuestión de segundos me he dado cuenta del patazo que había metido al poner la alarma y he salido literalmente corriendo de casa. A las 8.15 estaba en clase y, aún con la respiración entrecortada por el carrerón, he empezado la clase con los chicos de 5º superior (18-19 años) que, se portarán mejor que los de primero, pero son un tostón, porque ni hablan ni se inmutan... Luego he tenido un par de clases más con los de 2º y me he ido a casa a mirar cómo se llegaba al lugar en el que se harían las pruebas para la Unión Europea. Pero claro, como en casa no hay internet, sino que lo pillamos en plan pirata, pues he cogido las indicaciones medio mal y casi no llego. Menos mal que tenía internet en el móvil y he podido buscar un itinerario alternativo para llegar al examen.
Aquello ha sido de lo más exagerado. Obviamente el bolso no lo podía meter en el aula de examen pero es que incluso han hecho que me quite el reloj y que me sacase cualquier cosa que tuviese en los bolsillos. Al final no sé ni cuánto tiempo he estado allí, pero bueno, yo le echo una hora y media aproximadamente. Hora y media en la que he pasado del inglés al test numérico (hiper estresante: con una media de dos minutos por problema, cuando yo ya sólo para entender la pregunta necesito un minuto), después al de lógica y luego al de francés y al de español.
Total, que he salido con la cabeza como un bombo y cansadísima después de todo el día. Descubrimiento positivo del día: el local de pizza al taglio que hay frente a mi casa, en el que un señor mayor super simpático te atiende muy muy bien.
Esta noche se planea salir... ¡saldré al fin de mi soledad! Jajaja. Pero como siga con este sueño... mal lo llevamos. Ya veremos.
¡Hasta la próxima!
La mañana ha empezado con un despertador que, en vez de sonar a las 06.55 ha sonado a las 07.55.... ¡y yo que tenía que entrar a clase a las ocho! En cuestión de segundos me he dado cuenta del patazo que había metido al poner la alarma y he salido literalmente corriendo de casa. A las 8.15 estaba en clase y, aún con la respiración entrecortada por el carrerón, he empezado la clase con los chicos de 5º superior (18-19 años) que, se portarán mejor que los de primero, pero son un tostón, porque ni hablan ni se inmutan... Luego he tenido un par de clases más con los de 2º y me he ido a casa a mirar cómo se llegaba al lugar en el que se harían las pruebas para la Unión Europea. Pero claro, como en casa no hay internet, sino que lo pillamos en plan pirata, pues he cogido las indicaciones medio mal y casi no llego. Menos mal que tenía internet en el móvil y he podido buscar un itinerario alternativo para llegar al examen.
Aquello ha sido de lo más exagerado. Obviamente el bolso no lo podía meter en el aula de examen pero es que incluso han hecho que me quite el reloj y que me sacase cualquier cosa que tuviese en los bolsillos. Al final no sé ni cuánto tiempo he estado allí, pero bueno, yo le echo una hora y media aproximadamente. Hora y media en la que he pasado del inglés al test numérico (hiper estresante: con una media de dos minutos por problema, cuando yo ya sólo para entender la pregunta necesito un minuto), después al de lógica y luego al de francés y al de español.
Total, que he salido con la cabeza como un bombo y cansadísima después de todo el día. Descubrimiento positivo del día: el local de pizza al taglio que hay frente a mi casa, en el que un señor mayor super simpático te atiende muy muy bien.
Esta noche se planea salir... ¡saldré al fin de mi soledad! Jajaja. Pero como siga con este sueño... mal lo llevamos. Ya veremos.
¡Hasta la próxima!
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