Ahora ya sí que no hay vuelta atrás. Estoy en el tren que me lleva al aeropuerto, viendo cómo, poco a poco, me voy alejando de una ciudad que, en poquísimos meses, se ha convertido en mi casa.
He de reconocer que el día de hoy no ha sido fácil. Se ha ido Line, esta vez para siempre, y la verdad es que me he sentido super triste. No sólo por mí, porque no la vaya a ver, si no que creo que también, en algún modo, me siento reflejada, en el sentido que sentía como si fuese yo la que se iba definitivamente, y sentía ese vacío que sé que le ha quedado ahora que ha dejado Roma atrás.
Son muchas las personas que dejo atrás estas Navidades, gente con la que he compartido mucho, y que se han convertido en una parte esencial de mi vida en Roma. Sé que, si no fuese por ellos, Roma sería totalmente distinta. Por suerte, dentro de pocas horas me reencontraré con las gente que siempre está ahí, las personas que hacen que mi vida sea completa, y que, aunque no lo diga mucho, son muy importantes para mí.
Después de un día que parece no terminar, después de llantos, risas, melancolía, regalos, pizza, besos y abrazos... sólo me queda por decir: ¡a presto, Roma! y ¡ciao, di nuovo, Spagna!
0 comentarios:
Publicar un comentario